Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental

Catalogación y estudio de las traducciones de los franciscanos españoles
Lenguas de traducción / Francés

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LAS TRADUCCIONES DEL FRANCÉS AL CASTELLANO LLEVADAS A CABO POR JOSÉ LUIS ALBIZU. ESTUDIO DE «HACIA LA UNIÓN DE LAS IGLESIAS»

Ana María Pérez Lacarta (Universidad de Valladolid)

Introducción

Con este trabajo queremos dar a conocer la labor que desarrolló José Luis Albizu como traductor del francés al castellano. Tras una breve presentación de su vida y de su obra, esbozamos su perfil traductor, hacemos un recorrido somero por los libros de autores francófonos que tradujo y nos centramos en el estudio de una de ellas: Hacia la unión de las iglesias, traducción que llevó a cabo en los primeros años de ejercicio profesional de la traducción.

José Luis Albizu

José Luis Albizu Salegui nació en Deba (Guipúzcoa) el 8 de octubre de 1927. Miembro de la Orden Franciscana de Frailes Menores (O. F. M.), hizo los votos en 1943; la primera profesión, en 1944; la profesión solemne, en 1948, y fue ordenado sacerdote en 1951. Cursó el Bachillerato Civil en Valladolid y se doctoró en Teología por la Universidad de Lovaina en 1956.

Ejerció de profesor en el Tirol austriaco (en Schwatz) durante el curso 1958/59; en Olite y, posteriormente, en Arantzazu, donde enseñó Moral y Teología Dogmática. Fungió de prefecto de estudios de la provincia de Arantzazu (1967-1970) y de definidor provincial.

Dedicó gran parte de su vida a traducir y a escribir. Como escritor, publicó el libro Más allá de la «Humanæ Vitæ» y numerosos artículos en diversas revistas; pero además escribió libros para uso privado, que conserva la biblioteca del convento de Arantzazu. Conviene destacar igualmente el hecho de que algunos de sus textos aparecen firmados con seudónimos: Vasco de Barra, Colibrí de Plata, F. Alonso de Madrid, Sófocles. Con el primero firmaba los artículos que publicó en Cuba de enero a mayo de 1960, en la revista Quincena y en el Diario de la Marina, y que motivaron su expulsión de la isla. Antes y después de dicha estancia también defendió sus ideas en San Antonio de Padua, Misiones Franciscanas, Cantabria Franciscana, Excelsior, Familia Cristiana y Verdad y Vida, revista de la que fue redactor entre 1962 y 1974 —a la vez que desempeñaba las tareas de capellán en el Sanatorio de San Francisco y en el Colegio de las Franciscanas del Buen Consejo de Madrid.

Quienes lo conocieron dicen que fue un gran dialéctico y que estaba dotado de una inteligencia considerable. Vivió momentos difíciles en su vocación y durante algún tiempo estuvo alejado de la fraternidad franciscana. Volvió a la comunidad de Arantzazu y allí pasó los últimos años de su vida hasta que falleció el 24 de noviembre de 2004.

José Luis Albizu, traductor

Más conocido por sus escritos que por sus traducciones, el padre Albizu Salegui poseía, no obstante, una sólida formación en lenguas clásicas y modernas. Hablaba con fluidez, además del euskera y el castellano, el alemán y el francés. Tenía los conocimientos necesarios para traducir del latín, el italiano y el inglés; y también había estudiado griego y hebreo.

Tras habernos documentado profusamente1, podemos afirmar que José Luis Albizu tradujo del francés, del alemán y del italiano al castellano. Y hemos hallado una traducción del latín. Sabemos que: «Actuó de traductor en el Capítulo General de 1967 en Asís» (2006: 141), pero, aunque imaginamos que ejerció de intérprete en otras ocasiones, no tenemos constancia de ello.

Las traducciones del francés

En lo que concierne a la lengua francesa, hemos encontrado 19 obras2 que, a excepción de Las Antillas, fueron traducidas en solitario; en su mayoría, durante los años 70. Su nombre suele figurar en la portada de dichos libros, acompañado en ocasiones de la abreviatura de la orden religiosa a la que perteneció (O. F. M.). Salvo en el caso de Jean-Baptiste de Laveyne (del que hemos recogido dos ejemplos), en cada trabajo da a conocer una obra de un autor francófono diferente. Por lo general se trata de textos de temática religiosa, que tratan sobre moral cristiana, derecho canónico, ecumenismo, teología, espiritualidad, mística franciscana, etc.; aunque también versan sobre psicología, sociología, política o geografía.

Los títulos, que hemos ordenado ateniéndonos a la fecha de publicación de la traducción realizada por José Luis Albizu, son los siguientes:

LEKEUX, Martial: Camino abreviado del amor divino: místicos franciscanos, Barcelona: Herder, 1961.

LECLERCQ, Jacques: Hacia la unión de las iglesias, San Sebastián: Dinor, 1962.

REVERT, Eugène: Las Antillas, Bilbao: Moretón, 1969. [Traducción de José Luis Albizu y Claudio Gancho].

LYON, Jean: Las 50 palabras clave de la teología actual, Madrid: Ediciones Paulinas, 1973.

LOCHT, Pierre de: Matrimonio civil y matrimonio religioso, Madrid: Ediciones Paulinas, 1973.

MANTOY, Jacques: Las 50 palabras clave de la psicología del niño, Madrid: Ediciones Paulinas, 1973.

MINARIK, Étienne: Las 50 palabras clave de la psicosociología, Madrid: Ediciones Paulinas, 1973.

VOILLAUME, René: El don del amor, Madrid: Ediciones Paulinas, 1974.

OGER, Jean: Cartas a Dios, Madrid: Ediciones Paulinas, 1975.

SIMON, René: Fundar la moral: dialéctica de la fe y de la razón práctica, Madrid: Ediciones Paulinas, 1976.

LECLERC, Éloi: El cántico de las criaturas, Oñate: EFA, 1977.

REY-MERMET, Théodule: Vuestras hijas profetizarán: Ana María Rivier (1768-1938), Madrid: PS, 1977.

HUBAUT, Michel: Os anunciamos lo que hemos visto. La experiencia de Dios, fuente de misión: Francisco de Asís, María de la Pasión, Oñate: EFA, 1978.

LAVEYNE, Jean-Baptiste de: A mis hermanas, Madrid: Congregación de las Hermanas de la Caridad y de la Instrucción Cristiana de Nevers, 1979.

LAVEYNE, Jean-Baptiste de: Vuestra gran regla: la caridad, Madrid: Congregación de las Hermanas de la Caridad y de la Instrucción Cristiana de Nevers, 1979.

ROQUAIS, Guy: Moral del cristiano: para jóvenes y adultos, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1991.

CROZIER, Michel: Estado modesto-estado moderno: estrategia para otro cambio, San Sebastián: Fundación para la Investigación en Recursos Humanos: Departamento de Presidencia y Régimen Jurídico de la Diputación Foral de Guipuzkoa, 1992.

CHARRON, Jean-Marc: De Narciso a Jesús: Francisco de Asís en busca de su identidad, Oñate: EFA, 1995.

FRANCISCAINES MISIONNAIRES DE MARIE: El siglo de María de la Pasión, Madrid: Franciscanas Misioneras de María, [s. d.].

LA TRADUCCIÓN DE LA RENCONTRE DES ÉGLISES

Al objeto de profundizar en el perfil de traductor de francés de José Luis Albizu, vamos a valorar la traducción al castellano que hace de una obra de Jacques Leclercq. Para ello analizaremos el texto de partida y el texto de llegada teniendo en cuenta los elementos extra-verbales que intervienen en la redacción de ambos y las técnicas utilizadas por el franciscano español en el proceso de restitución. Tanto en el original como en la traducción convergen una serie de factores internos y externos que, pese a ser indisociables, vamos a estudiar por separado. En el nivel peritextual nos fijaremos en el emisor, la finalidad, el medio, el receptor, el lugar, el tiempo, el motivo y la función del texto. Y, en el nivel textual propiamente dicho, prestaremos especial atención al tema, el contenido explícito e implícito, la organización textual, el léxico, la sintaxis, los recursos ortográficos, el tono y el efecto.

El emisor

Por lo que respecta a La rencontre des églises, empezaremos trazando un bosquejo del autor, que nos ayudará a interpretar la obra.

Jacques Leclercq nació en Bruselas en 1891 y falleció en Beaufays en 1971. Cursó los estudios de derecho en la Universidad Libre de Bruselas y de filosofía en la Universidad Católica de Lovaina. Figura clave del catolicismo belga contemporáneo, fue ordenado sacerdote en 1917. Entre 1925 y 1938 enseñó derecho natural y moral en la Facultad de Filosofía y Letras de San Luis de Bruselas y fundó y dirigió la revista La Cité Chrétienne. En la Universidad Católica de Lovaina (1938-1961) impartió diversas materias, introdujo la enseñanza de la sociología, participó en la fundación de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales —que también dirigió durante varios años— y de la Sociedad de Estudios Políticos y Sociales e inauguró el Centro de Investigaciones Sociológicas. Asímismo, desde 1945 apoyó la creación de un movimiento regionalista valón de inspiración cristiana (Rénovation wallonne) y, en 1963, escribió Les catholiques et la question wallonne, un llamamiento a los católicos para incentivar su adhesión al Mouvement wallon.

Como escritor fue un hombre muy prolífico, redactor de innumerables artículos. Sus obras fueron reeditadas con frecuencia y traducidas al inglés, al alemán, al polaco, al italiano, al español, al portugués y al chino. En 1938 ya había publicado cuatro volúmenes de derecho natural, cuatro de moral católica, dos vidas de santos y varios ensayos. Después, entre 1938 y 1961, su obra se diversifica. Junto a numerosos ensayos y extensos libros sobre moral y sobre espiritualidad, encontramos trabajos que pertenecen al ámbito de la sociología. Y, a partir de 1962, predominan los textos que tratan del presente y del futuro: Vatican II: un concile pastoral, Où va l’Église aujourd’hui ?, etc.

En todas las facetas de su vida manifestó una gran preocupación por las cuestiones de actualidad y las abordó con la mirada puesta en el futuro. Agudo observador, clarividente, emprendedor, amante de la verdad y de la justicia, crítico constructivo u hombre libre, de posición independiente; así lo describen algunos de sus antiguos alumnos y de sus compañeros, que convienen igualmente en que suscitaba polémica con su personal visión de las cosas y su franqueza. Por escrito se expresa como cuando habla o pronuncia una conferencia: con sencillez y claridad; si bien, en opinión de determinados lectores, en ocasiones peca de ligereza. En general, su obra va dirigida a todos los cristianos que se toman en serio la religión, principalmente seglares y, sobre todo, hombres3.

En La rencontre des églises vamos conociendo al emisor a medida que avanzamos en la lectura de la obra. En la cubierta figuran su nombre y apellido; en la portada aparece también el cargo: «chanoine». Este dato se repite en la cubierta posterior, donde además se pone énfasis en su sinceridad y en sus dotes de observador, « […] qui considère très sereinement les faits et distingue avec un bon sens peu ordinaire ce qui est forme transitoire de ce qui est principe essentiel », y de director espiritual, que siempre se guía por la voluntad de Cristo. En el prólogo (pp. 7-9), Jacques Leclercq se presenta a sí mismo: como testigo de peso del movimiento ecuménico, « […] non un acteur », y como sacerdote católico que defiende su punto de vista con actitud aperturista. Más adelante (p. 21) nos cuenta una experiencia, relacionada con la publicación de un artículo suyo en una revista francesa, que muestra su modo de pensar. Y a lo largo de todo el libro vemos reflejadas sus ideas y su personalidad (pp. 29, 79, 126, 167, etc.). Como complemento de la información anterior, la extensa lista de obras del autor publicadas por Casterman y por otras editoriales nos ilustra sobre los temas que le interesaban y sobre la amplia difusión de sus publicaciones.

Por otro lado, en la página de derechos consta la identidad de los censores: H. Van Haelst (can., libr. cens.) y J. Thomas (vic. gen.), quienes, en la medida en que dan su aprobación para la publicación y la impresión respectivamente de La rencontre des églises, también podrían ser considerados responsables de la emisión del libro.

En lo que concierne a Hacia la unión de las iglesias, el emisor sigue siendo Jacques Leclercq y tan sólo apreciamos dos diferencias con respecto al original. En primer lugar, la omisión de la dignidad eclesiástica del autor en la portada y en la solapa anterior; no sabemos por qué razón: quizás porque los principales destinatarios del texto meta iban a ser sus iguales o personas que ya habían leído otros libros suyos. Y, en segundo lugar, el acercamiento somero a la obra de Jacques Leclercq que puede realizar el lector español, dado que, a pesar de que la colección Prisma incluye seis títulos del escritor belga, éstos sólo le permiten hacerse una vaga idea de la magnitud de su producción escrita.

El traductor, como autor secundario, sí tiene asignado un espacio en la portada, pese a no figurar en la cubierta. En dicha página se puede leer: «Versión española de José Luis Albizu, O. F. M.». En otras tres ocasiones se asoma discretamente, haciendo una aclaración en una nota del traductor (pp. 66, 72-73 y 157-158); el resto del tiempo permanece invisible.

El editor interviene expresamente, en una nota al pie de la p. 123, para introducir una actualización de contenido (relativa a una decisión reciente adoptada por Juan XXIII); y es probable que también haya sido él el que ha redactado la solapa anterior, en la que se hace una breve presentación de la obra y del autor.

Y, junto con ellos, en la página de derechos, quienes ejercen el control eclesiástico: J. Lasa, responsable del nihil obstat, y Jacobus, Epíscopus, del imprimatur.

La finalidad, el motivo y la función textual

La respuesta a ¿qué pretende Jacques Leclercq?, ¿por qué ha escrito La rencontre des églises? y ¿con qué función textual? la encontramos en el prólogo y en la conclusión del libro. Piensa que tiene algo que decir sobre una cuestión tan compleja, que puede arrojar luz sobre lo que une y lo que separa a los cristianos y así aportar su grano de arena a la solución del problema. Cree que no basta con rezar, que hay que actuar; por ello quiere fomentar el diálogo entre las iglesias: « Mon souhait est d’avoir exprimé les positions catholiques dans des termes qui puissent servir de point de départ à des échanges d’idées fructueux» (p. 9). Utiliza el término étude para presentar un trabajo que, por lo que él mismo dice (p. 7), es el resultado de más de 40 años de observación y de reflexión; pero este afán por comprender el ecumenismo es indisociable del deseo de hacerse comprender. La preocupación intelectual y pedagógica por transmitir de forma clara y sencilla lo que ha ido descubriendo se pone de manifiesto en todo el libro. El empleo del método socrático, las frecuentes referencias históricas, la estructura de la obra y los capítulos, etc. traslucen la intención didáctica del escritor y profesor belga. Se trata, pues, de un texto en el que, aunque se confrontan distintos puntos de vista, predomina la función expositiva.

En cuanto a Hacia la unión de las iglesias, no sabemos quién ha tomado la iniciativa de traducir esta obra de Jacques Leclercq: ¿el editor?, ¿una autoridad eclesiástica?, ¿José Luis Albizu? Lo cierto es que le han asignado el nº 73 de la colección Prisma, en la que, junto a otros títulos de temática religiosa, figuran cinco libros anteriores del autor; y que, en la solapa anterior, se subrayan la maestría del escritor belga y la actualidad del problema que aborda. Quizás fueron éstos los motivos que llevaron a adoptar la decisión de traducir el texto. ¿Para qué? Para tratar de iluminar a los creyentes católicos españoles preocupados por la unidad de los cristianos; por lo que la función textual de la traducción es la misma que la del original francés.

El medio, el lugar y el tiempo

En ambos casos, el mensaje se transmite a través de un canal visual: el libro impreso.

Por lo que respecta al lugar y al momento de producción del texto, Jacques Leclercq todavía no había dejado la Universidad Católica de Lovaina; seguía inmerso en un ambiente más profano que católico (Sauvage, 1992: 330). Termina de escribir la obra el 28 de agosto de 1960 « […] en la fête de saint Augustin dont nous nous réclamons tous » (p. 168), momento en el que las facultades francófonas de dicha universidad aún no han sido trasladadas à Ottignies. El 28 de septiembre de 1961 obtiene la licencia para imprimir el libro y Casterman lo publica en Tournai en 1962.

« L’étude qu’on lira ci-après est l’œuvre d’un témoin du mouvement œcuménique, qui suit depuis plus de quarante ans tous les essais de raprochements entre chrétiens », así comienza el prólogo, que nos sitúa en los orígenes de la obra. Conviene recordar igualmente que, en 1959, Juan XXIII anunciaba un concilio que se preocuparía de la división de los cristianos y que el concilio Vaticano II se desarrolla entre 1962 y 1965. Las fechas de la traducción de La rencontre des églises y de la recepción del texto de partida y del texto de llegada coinciden con las de dicha asambea.

José Luis Albizu traduce el libro poco después de su publicación en lengua francesa, ya que el imprimatur lleva por fecha el 6 de agosto de 1962. Dinor lo edita ese mismo año en San Sebastián.

El receptor

Como ya hemos dicho, en general, los destinatarios de los escritos de Jacques Leclercq son cristianos que cumplen los preceptos religiosos; sobre todo, seglares, y, la mayor parte de las veces, hombres: « Car si, dans son ensemble, son œuvre s’adresse à tous les chrétiens désireux de prendre leur vocation au sérieux, le public que notre auteur a de préférence sous les yeux, est le monde laïc » (Vieujean y Jadot, 1961: 83).

En La rencontre des églises se dirige « […] à tous ceux qui se réclament du nom chrétien » (p. 167). En el prólogo menciona a los católicos, para decirles que les va a orientar sobre la postura que han de adoptar; a los protestantes: « […] je souhaiterais voir des études protestantes qui soient la réplique de celle-ci » (p. 9); y a todos aquellos que no piensan como los católicos, para pedirles disculpas, en el supuesto de que se sientan ofendidos por sus palabras. Y, en la conclusión, también alude explícitamente a posibles lectores ortodoxos:

« Et si j’ai des lecteurs à ces pages, j’invite les protestants et les orthodoxes à nous montrer tout ce qu’il y a de valeur chrétienne dans leur conception du christianisme, et les catholiques à se joindre à moi pour essayer de donner à l’Église l’éclat que le Sauveur désire lui voir » (p. 168).

El perfil y las expectativas del receptor de Hacia la unión de las iglesias no varían sensiblemente con respecto al original: católico practicante, más o menos comprometido, seglar o religioso interesado por el tema, principalmente varón. El estrato social y cultural viene a ser el mismo; si bien, el lenguaje utilizado por el padre Albizu se caracteriza en ocasiones por una mayor riqueza léxica y una sintaxis más compleja. Jacques Leclercq escribe para capas más amplias de la sociedad; se expresa de forma espontánea, « […] ses traités se lisent comme des romans […]» (Molitor, 1961: 15-24); utiliza palabras sencillas, comprensibles y el tono que emplea algunas veces es menos formal que el del traductor. No obstante, es consciente de que «[…] l’œcuménisme a toujours été, et est encore, le fait d’un petit nombre. Les masses religieuses vivent dans la confession où elles ont été élevées, celle qui domine leur milieu, et ne se posent guère de problèmes » (p. 7).

El tema y el contenido explícito e implícito

El título enuncia el tema del libro. El de la versión española es más apropiado que el del original ya que La rencontre des églises prescinde del matiz introducido por la preposición hacia en la traducción. La idea de dirección, tendencia o evolución que aporta Hacia la unión de las iglesias especifica más sobre qué trata la obra.

El contenido explícito se anuncia en la cubierta posterior francesa y en la solapa posterior del texto meta. En la primera, en forma de dudas que van a ser resueltas: « Comment un précepte aussi évident du Christ4 a-t-il pu être transgressé par ceux qui s’affirment disciples du Christ ? Sur quoi ceux-ci se trouvent-ils divisés ? Qu’est-ce qui les rapproche et permet d’espérer une réconciliation ? ». En la segunda, combinando una oración interrogativa con oraciones declarativas, como por ejemplo: «Leclercq apunta, en el “maremágnum” de las Iglesias cristianas, las corrientes de acercamiento y de dispersión, el paso lento de las masas y las avanzadillas teológicas». Si bien, el índice es más ilustrativo. Los epígrafes de los capítulos revelan lo que el autor ha querido decir en cada parte: «I. La Iglesia y la reforma, II. El “amaine” del siglo XX, III. La aspiración a la unidad, IV. ¿Unión o reunión?, V. Contactos, VI. La infalibilidad pontifical, VII. El sacrificio eucarístico y VIII. Las resistencias». En el II, José Luis Albizu ha traducido apaisement por el sinónimo más expresivo; sin embargo, en el V, ha preferido «contactos» a «acercamientos», que hubiera sido más acertado para rapprochements.

En general el contenido explícito de la traducción es el mismo que el del texto de partida. A primera vista tan sólo se aprecian dos diferencias dignas de ser reseñadas: una errata, que corrige José Luis Albizu (p. 20), y las notas del traductor y del editor. En el primer caso, no cabe duda de que Jacques Leclercq (p. 17) conocía la fecha del Concilio de Trento, 1545, por lo que la subsanación del error tuvo que ser inmediata. Respecto a las notas, la editorial española proporciona información sobre una decisión adoptada recientemente por el Papa (p. 123); y el traductor, además de justificar la opción por la que se ha decantado, hace explícito el contenido implícito del término que explica:

«El término “evenement” es de difícil traducción. Hemos traducido una vez por “suceso”; ahora por “advenimiento”, y en adelante diremos “Iglesia-pneumática” e “Iglesia-institución”. “Evenement” quiere, en efecto, significar gracia, inspiración, idea, espíritu; “institución”, lo que en castellano decimos “institución”: sacramento, organización, forma concreta de un movimiento, etc. (N.del tr.)» (pp. 72-73).

«”Reavivamiento”, o resurgimiento: traducción del término “réveil”, que, en el caso, lo es a su vez del inglés “revivals”, con que se designa una especie de ejercicios espirituales o cursillos de cristiandad, muy en boga entre los promotores del movimiento protestante, adogmático, llamado “Rearme moral”. (N. del tr.)» (pp. 157-158).

Pero, si examinamos alternativamente los textos, descubrimos variaciones menos perceptibles del contenido. En una ocasión omite y añade información al mismo tiempo. Jacques Leclercq, al comparar el inicio y el desenlace de la Reforma con lo sucedido en la segunda guerra mundial, menciona expresamente este conflicto:

« Quand une grande crise collective éclate — que ce soit une guerre, une révolution politique, religieuse ou sociale —, ceux qui défendent l’ordre établi sont donc toujours pris au dépourvu, et ils ne peuvent organiser leur défense qu’au bout d’un certain temps, s’ils ne sont pas anéantis rapidement. C’est ce qui est arrivé pendant la seconde guerre mondiale. Au début, l’Allemagne a été invincible, parce qu’elle prenait ses adversaires par surprise, et ensuite, le Japon l’a été à son tour. Mais ils ne sont pas parvenus à anéantir l’adversaire, et celui-ci a pu se ressaisir et préparer la contre-attaque. Il y a d’ailleurs fallu quatre ans » (pp. 17-18).

Mientras José Luis Albizu suprime la referencia global al enfrentamiento armado —por considerar que se trata de un acontecimiento reciente, presente en la mente de todos—, pero introduce una precisión sobre Japón, que nos parece innecesaria:

«Cuando estalla una gran crisis colectiva —sea una guerra, sea una revolución política, religiosa o social— los que defienden el orden establecido se ven cogidos de sorpresa, y no pueden organizar la defensa sino al cabo de cierto tiempo, a no ser que se vean inmediatamente arrollados y aniquilados. Al principio fue invencible Alemania, porque cogía de sorpresa a sus adversarios. El mismo caso fue el de Japón, cuando su ataque en el Pacífico. Pero ni Alemania ni Japón consiguieron aniquilar al adversario, que pudo recuperarse del golpe y preparar el contra-ataque. Aún así la victoria costó cuatro años» (pp. 20-21).

En su afán por facilitar la lectura y evitar posibles confusiones, añade un adjetivo:

« J’ai déjà parlé du traité sur l’Église » (p. 25) / «He hablado antes del trabajo teológico sobre la Iglesia» (p. 29).

O intercala un complemeto:

« L’essentiel est à nouveau la reprise d’un ensemble de valeurs fondamentales » (p. 45) / «Lo esencial de todo esto reside, desde nuestro punto de vista unionista, en el hecho de que se restablece el contacto con un conjunto de valores fundamentales» (p. 48).

A veces opta por un sinónimo de mayor intensidad expresiva:

« […] ce qui attirait le plus vivemente l’attention » (p. 14) / «[…] el elemento que más vivamente cautivaba la atención» (pp. 16-17).

« […] il faut essayer de se replacer dans l’état d’esprit des hommes du XVIe siècle […] » (p. 15) / «[…] hay que esforzarse por situarse en el estado de espíritu de los hombres del siglo XVI […] » (p. 17).

Y con frecuencia toma partido. Esta actitud se manifiesta de diversas maneras. Sustituyendo un sustantivo por otro que le parece más conveniente:

« […] les réformés, qui n’avaient aucunememt l’intention d’établir une nouvelle Église, ont été amenés à la rupture, parce qu’on n’accueillait par leurs propositions » (p. 12) / «[…] porque no se aceptaban sus planes» (p. 14)

« […] une tendance aussi à faire du chef un surhomme immunisé contre les faiblesses communes à l’humanité » (p. 101) / «[…] una tendencia que lleva también a considerar al jefe como a hombre inmunizado contra las debilidades comunes a la Humanidad» (p. 106).

O repite un término para así obviar el del original:

« Et puisqu’un souffle de compréhension commence à animer tous les chrétiens, je souhaite que beaucoup de nos frères réformés lisent ceci » (p. 26) / «Y puesto que un soplo de comprensión comienza a animar a todos los cristianos, yo deseo que sean numerosos los cristianos reformados que lean esto» (p. 30).

Añade un adjetivo que subraya el significado del sustantivo:

« […] le prêtre n’a pas, dans la tradition protestante, la place qu’il occupe dans l’Église catholique » (p. 44) / «[…] el sacerdote no ocupa, en la tradición protestante, el relevante puesto de que goza en la Iglesia Católica» (p. 47).

O se sirve de otro tipo de amplificaciones para introducir matices significativos:

« […] l’œcuménisme a toujours été, et est encore, le fait d’un petit nombre » (p. 7) / «[…] el ecumenismo ha sido siempre, y lo es todavía, el objeto de los amores y sinsabores de unos pocos» (p. 10).

« On peut dire que les chrétiens de notre époque se sentent une mauvaise conscience d’être divisés » (p. 8) / «Puede decirse que los cristianos de nuestro tiempo sufren el remordimiento de una mala conciencia, la de estar divididos» (p. 10).

En lo que concierne al contenido implícito, Jacques Leclercq presupone que el lector conoce la historia del movimiento ecuménico y las causas de la separación de los cristianos; no obstante, él se remonta al siglo XVI y analiza los hechos principales acaecidos desde entonces. Cierto es que el receptor bien informado puede seguir mejor sus razonamientos, pero la vocación didáctica del autor facilita la tarea de quienes hasta entonces no habían profundizado en la materia. La proclamación del Riskdag de Vaesteras de 1527, la Reforma, el divorcio del Enrique VIII, los concilios de Trento, Vaticano I y Vaticano II, los movimientos Fe y Constitución y Vida y Acción figuran entre otros acontecimientos a los que alude o sobre los que reflexiona Jacques Leclercq (pp. 11, 14, 17, 18, 53 y 145).

Respecto a los libros con los que ha de estar familiarizado el lector, destacamos las referencias directas e indirectas a la Biblia (pp. 8, 11, 37, 54, etc.): a « l’Écriture », « la Bible », o a la oración de Cristo a su Padre que recoge el evangelio de San Juan (Jn 17,21); además menciona un artículo suyo, anterior a 1950, y cita tres libros, una revista y un diccionario que tratan del ecumenismo (pp. 21, 52, 58, 75, 98 y 163).

Por otro lado, el autor de La rencontre des églises parte de la idea de que el receptor de su libro sabe quiénes son Lutero, Calvino, Gandhi, Platón, Aristóteles y Santa Teresa, Joseph de Maistre y el cardenal Bea, entre otros. Sobre el llamado San Francisco de Asís japonés nos informa él y también revela la identidad del candidato católico a la presidencia de los Estados Unidos en 1960, en una nota a pie de página redactada con posterioridad (pp. 14, 76, 81, 88, 97, 143, 163 y 167).

Por lo que respecta a Hacia la unión de las iglesias, José Luis Albizu mantiene implícitamente la misma información. Presupone que los lectores españoles poseen la misma competencia enciclopédica que los receptores del texto original. Tan sólo escribe tres notas del traductor. Salvo en el caso de apartheid, no explica el significado de las palabras o expresiones que aparecen en inglés en La rencontre des églises y tampoco suele traducirlas: «”Birth Control”», «“Faith and Order”» (pp. 57, 66 y 158).

En relación con el tratamiento que hace de la ironía sí hallamos diferencias. En ocasiones sigue las pautas marcadas por Jacques Leclercq y, como él, entrecomilla la palabra o expresión que ha traducido:

« irénique » (p. 29) / «espíritu irénico» (p. 31),

« fièvre obsidionale » (p. 32) / «fiebre obsidional» (p. 34).

En el título del capítulo II entrecomilla la palabra «amaine» para que el lector perciba la carga semántica que él atribuye al sinónimo que ha elegido para el término menos marcado y sin comillas del original. Otras veces cambia la cursiva por la letra redonda, suprimiendo de esta forma la información que Jacques Leclercq quiere transmitir:

« […] l’Église repart vers un approfondissement du christianisme, où on se préoccupe du Christ, de la vie du Christ et de l’œuvre du Christ, et non d’être contre tel ou tel […] » (p.32) / «[…] la Iglesia se enfrasca de nuevo en un mayor profundizamiento del Cristianismo, preocupándose de Cristo, de la vida de Cristo y de la obra de Cristo […]» (p. 34).

« Ils présentent la crise du XVIe siècle comme une crise dans l’Église, mais non comme la constitution de nouvelles Églises » (p. 42) /«Presentan la crisis del siglo XVI como una crisis en la iglesia, no ya como la constitución de nuevas Iglesias» (p. 45);

« […] il n’y a pas à étudier de problèmes d’union des Églises; il n’y a pas plusieurs Églises qui seraient Églises du Christ au même titre » (p. 66) / «No hay problemas que estudiar sobre la unión de las Iglesias; no hay muchas Iglesias que sean Iglesias de Cristo por el mismo título» (p. 71).

La organización textual

La estructuración global de la información es la misma en el texto de partida y en el texto de llegada. La coherencia textual está reflejada en el índice y, al avanzar en la lectura de la traducción, comprobamos que el padre Albizu respeta la distribución de la información en capítulos, apartados, párrafos y notas. Las notas del editor y del traductor constituyen al respecto la única diferencia existente entre ambos textos. La progresión temática coincide generalmente. Y la relación entre las unidades semánticas y sintácticas difiere en la medida en que la lengua española y la lengua francesa disponen de mecanismos de cohesión particulares o que no siempre funcionan de forma semejante.

El léxico

El léxico empleado por el autor y por el traductor se circunscribe al ámbito religioso. A diferencia de Jacques Leclercq, el padre Albizu propende a utilizar expresiones y términos cultos y, en ocasiones, su estilo es rebuscado:

« […] un rapprochement pourrait se produire, en éliminant les oppositions affectives, dont il faudrait se débarrasser avant d’être en état de se rendre compte des véritables oppositions doctrinales » (p. 127) / «[…] podría producirse un acercamiento, eliminando las oposiciones afectivas, de las que sería necesario desembarazarse para estar en condiciones de ponderar los quilates reales de las oposiciones doctrinales» (p. 135).

Su repertorio sinonímico es amplio. Utiliza este recurso, tanto para evitar la reiteración como para elegir las palabras que en un determinado contexto se adaptan mejor al matiz que quiere señalar: traduce le Sauveur por «el Salvador», «el Señor» o «Cristo» (pp. 54, 72, 137, 178, etc.). A veces aumenta la carga expresiva del enunciado del original:

« Ceci incline directement à l’union » (p. 42) / «Esto impele directamente a la unión» (p. 46);

« Ils se sont révoltés contre elle; c’est avant tout cela qu’on a vu à Rome […] » (p. 13) / «Se rebelaron contra ella; y esta rebeldía es lo que chocó ante todo en Roma […]» (p. 16).

El traductor también se sirve de la modulación léxica:

« On ne peut que gagner à la franchise » (p. 9) / «Con la franqueza nada se perderá» (p. 11);

« […] et c’est assez difficile » (p. 15) / «[…] y esto no es fácil» (p. 17);

« […] et les réformés, […], ont été amenés à la ruptura […] » (p. 12) / «[…] y los reformados, […], se deslizaron paulatinamente hacia la ruptura […]» (p. 14).

Recurre a dicha técnica y a la elisión simultáneamente:

« Les deux hommes ne se connaissaient pas; l’un était espagnol, l’autre allemand; tous deux étaient d’ailleurs en ce momento des inconnus; ils agissaient donc en pleine indépendance l’un de l’autre » (p. 13) / «Los dos se desconocen; uno era español, otro alemán; ambos actuaban, por tanto, en plena independencia mutua» (pp. 15-16).

Si bien, el procedimiento que emplea con mayor frecuencia es, de manera correcta o errónea, la amplificación:

« En Allemagne où le mouvement avait pris naissance, il ne cessait de s’étendre » (p. 15) / «En Alemania, donde había surgido el movimiento, no se detenía, y parecía arrasarlo todo» (p. 18);

« […] la Réforme se propageait à un point tel […] » (p. 15) / «[…] la Reforma se propagaba con tal ritmo y empuje […]» (p. 18).

En algunos casos introduce precisiones que resultan adecuadas:

« Et il me semble que le mal le plus grand n’est pas d’avoir coupé l’Europe en deux. C’est cela qui attire l’attention de ceux qui voient les choses du dehors » (p. 14) / «Y me parece que el mayor mal no consiste precisamente en haber dividido a Europa en dos. Esto es lo que llama la atención de los que consideran superficialmente la Historia» (p. 17).

Otras veces no son muy acertadas:

« […] il est inconcevable qu’elle garde des biens superflus » (pp. 11-12) / «[…] es inconcebible que posea y retenga los bienes superfluos» (p. 14).

O nos parecen innecesarias:

« […] tous les essais de rapprochement entre chrétiens » (p. 7) / «[…] todos los conatos de acercamiento de los cristianos divididos» (p. 9).

« Dans les églises protestantes, il peut y avoir des mouvements en sens contraire plus importants, mais l’esprit d’apaisement propre au XXe siècle a comme effet d’inspirer à un nombre croissant de protestants une attitude d’accueil vis-à-vis de traditions dont l’Église catholique est porteuse » (p. 43) / «En las Iglesias protestantes pueden darse movimientos y tendencias contrarias de mayor envergadura, si bien el espíritu de serenamiento y de calma tiene por efecto inspirar a un número creciente de protestantes una actitud de acogida y benevolencia hacia las tradiciones, cuyo mensajero es la Iglesia Católica» (p. 46).

En este fragmento se pone de manifiesto la inclinación de José Luis Albizu por la duplicación. Y también se puede advertir que ha tenido el desliz de confundir serenidad con un término inexistente en la lengua española e inventar una palabra que vendría a ser un cruce, es decir, la combinación de serenidad y apaciguamiento o aplacamiento, para formar «serenamiento».

Además de este lapsus, en el texto meta se pueden encontrar otras faltas de lengua tales como un pleonasmo: «[…] los acontecimientos se precipitan rápidamente» (p. 21); o un neologismo, que el traductor ha introducido recurriendo a la sufijación y como calco del utilizado incorrectamente por Jacques Leclercq:

« […] témoin du mouvement œcuménique […] » (p. 7) / «[…] testigo del movimiento ecumenista […]» (p. 9);

« Mais les œcuménistes ont […] » (p. 7) / «Los ecumenistas […]» (p. 10).

Y errores de traducción como, por ejemplo, falsos amigos:

« On essaiera d’en avoir une vue d’ensemble […] » (p. 8) / «Ensayaremos la presentación de una vista panorámica […]» (p. 11);

« Ils ne paraissent pas se douter que ce sont eux qui sont à l’origine » (p. 26) / «Parece que no dudan de su presencia en el origen de esta divergencia» (p. 29).

La sintaxis

La sintaxis de La rencontre des églises es más sencilla, refleja la espontaneidad con la que se expresaba Jacques Leclercq:

« […] mais, à la réflexion, je pensai que mon correspondant habitait sans doute en pays protestant, que les protestants, autour de lui, se déclaraient chrétiens, et qu’il éprouvait le besoin de se distinguer d’eux » (pp. 21-22) / «[…] pero, reflexionando, me di cuenta de que mi lector vivía, sin duda, en país protestante, donde los protestantes se llamaban cristianos, sintiendo por lo mismo él la necesidad de distinguirse de ellos» (p. 25).

La de Hacia la unión de las iglesias es más compleja y elaborada; a veces, enrevesada; si bien, al final de la obra José Luis Albizu redacta con mayor soltura. Acostumbra a utilizar construcciones de gerundio que en algunos casos no son correctas:

« La vie de l’Église, c’est la vie du Christ dans les chrétiens, ce sont toutes les initiatives prises par les chrétiens, dans le monde entier, sous l’action de la grâce » (pp. 104-105) / «La vida de la Iglesia es la vida de Cristo en los cristianos, constituyendo todas las iniciativas tomadas por los cristianos en el mundo entero, bajo la acción de la gracia» (p. 109).

En lo que concierne a la organización temporal, las diferencias que existen entre el texto de partida y el texto de llegada son las que se encuentran habitualmente en las traducciones del francés al español. Son frecuentes los cambios de tiempo. El paso de condicional a subjuntivo:

« C’est donc un renouvellement du sacrifice du Calvaire, non dans le sens où le Christ accomplirait un nouveau sacrifice […] » (p. 128) / «Es pues una renovación del Sacrificio del Calvario, no en el sentido de que Cristo realice un sacrificio nuevo […]» (p. 137).

De pretérito perfecto a indefinido y de presente a imperfecto de subjuntivo:

« Et c’est pourquoi, après la définition du dogme, un certain nombre de ses partisans, dans l’ivresse de la victoire, ont donné l’impression que le dogme modifiait l’Église —ce qui n’était pas vrai—, ou encore, que toutes les difficultés et tous les problèmes étaient résolus par l’infaillibilité pontificale, qu’il était souhaitable que le pape use constamment de son pouvoir infaillible, de façon que plus aucun problème ne se pose » (p. 102) / «Y por esta razón, después de la definición del dogma, algunos de sus partidarios, embriagados por la victoria, causaron la impresión de que el dogma modificaba a la Iglesia —lo que no es cierto— o bien de que todas las dificultades y todos los problemas quedaban resueltos por la infalibilidad pontifical, siendo de desear que el Papa usara constantemente de su poder infalible, de manera que ya ningún problema se planteara» (p. 107).

En este mismo párrafo también aparece la oposición ausencia de forma verbal en francés / presencia en español; se observan divergencias aspectuales asociadas al empleo de una perífrasis en la traducción y descubrimos que, al revés de lo que sucede normalmente, se transforma una forma verbal principal en francés en una forma secundaria en español. Esta última marca de temporalidad es característica de la práctica traductora de José Luis Albizu.

Por otro lado hay que señalar algunos lapsus, como por ejemplo: «A consecuencias de esto, recibí […]» (p. 24); o «El protestante cree a la Biblia, el católico cree a la Iglesia» (p. 24). Y faltas de lengua tales como el leísmo: «Deben orar a fin de que Dios les anime con su Espíritu» (p. 177); el uso erróneo de la preposición bajo: «Yo me decidí, además, a comprarla bajo la influencia de un compañero protestante […]» (p. 26); o la duplicación del objeto directo: «[…] algo que acaso otros no lo han dicho […]» (p. 9).

Los recursos ortográficos

Respecto al empleo de las mayúsculas, hemos de decir que Jacques Leclercq no hace un uso excesivo de este tipo de letra. Utiliza de vez en cuando la mayúscula subjetiva, particularmente en el capítulo VII, y la mayúscula estilística, para poner énfasis en una palabra5, pero no se sirve de este recurso con tanta frecuencia como José Luis Albizu. Sin olvidar las diferencias existentes en este terreno entre la lengua del texto de partida y la lengua del texto de llegada, nos gustaría precisar que el traductor aplica correctamente la norma en lo relativo a los teónimos: Cristo, el Señor o el Salvador; a los nombres de fiestas: «[…] la fiesta de San Agustín […]» (p. 178); de los santos: «santa Teresa» (p. 178); de concilios: «El concilio de Trento» (p. 136); o de dogmas: «[…] del dogma de la Asunción» (p. 159). Emplea la mayúscula diacrítica: por ejemplo, para hablar de la Iglesia (institución); la mayúscula estilística: «[…] lo que de valor cristiano entrañan sus concepciones del Cristianismo […]» (p. 178) o «[…] no se trata solamente de lo que atañe al “Credo” […]» (p. 160); y, a menudo, la mayúscula subjetiva, para lo que forma parte del mundo religioso: «el Papa» (p. 105), «las Ordenes religiosas» (p. 157), «[…] la Misa continúa el Sacrificio del Calvario» (p. 137), etc. E incurre en una galicismo ortográfico: «Consejo ecuménico de las Iglesias» (p. 70).

Otro extranjerismo que llama la atención del lector de Hacia la unión de las iglesias consiste en dejar un espacio fino entre el texto y el punto y coma o entre el texto y los dos puntos; no obstante creemos que este galicismo tipográfico es responsabilidad de la editorial y que se debe al influjo que durante mucho tiempo ejerció la tipografía francesa sobre la española.

En relación con el uso de la cursiva y de las comillas, queremos señalar el distinto uso que de las mismas hacen el autor y el traductor. Jacques Leclercq utiliza las comillas para las citas, para encerrar palabras o sintagmas en los que quiere hacer hincapié y que han sido utilizados por otros antes que él: « […] la “fièvre obsidionale” de la contre-réforme […] » (p. 32); « […] il existe de nombreuses congrégations s’appelant “Filles de Marie” […] » (p. 47). O cuando quiere llamar la atención sobre un término: « Mais il s’agit de “conversions” » (p. 66). Emplea la cursiva para los títulos de libros o revistas, para que el lector perciba el sentido que quiere dar a una palabra: « […] il a dénommé son ordre Compagnie de Jésus » (p. 39); y cuando recurre al latín: « […] ut unum sint » (p. 54). Y opta por la letra mayúscula al introducir la expresión inglesa « Birt Control » (p. 149).

Por su parte, José Luis Albizu prefiere las comillas. Salvo en los casos en los que suprime la cursiva connotativa: «[…] Y el hecho de llamar a su orden Compañía de Jesús [..]» (p. 42); y exceptuando algunas referencias a libros y publicaciones periódicas, el traductor utiliza siempre las comillas. Resulta incoherente que emplee este signo ortográfico cuando transcribe el título de una obra en el texto: «[…] “Diccionario de las Iglesias en el mundo” […]» (p. 63) o «[…] “Du protestantisme à l’Église” […]» (p. 174); y que mantenga la cursiva del original en las notas. Aquí se observan además otros fallos: faltas de acentuación y anómala combinación de mayúsculas y minúsculas, así como de letra redonda y de cursiva: « PAUL COUTURIER, apotre de l’unité chretienne. Recueil de témoignages » (p. 80).

El tono y el efecto

A primera vista no se aprecian diferencias notables entre el tono del original y el de la traducción; pero, si profundizamos en el estudio de ambos textos, observamos que el padre Albizu procura utilizar expresiones más cultas y construcciones sintácticas más complejas. Además percibimos menos espontaneidad y cierto distanciamiento en la actitud que adopta el traductor, quien parece preocupado por dejar claro que la postura de la Iglesia católica es la más razonable.

Respecto al efecto que tuvieron La rencontre des églises y Hacia la unión de las iglesias en sus lectores, hemos de decir que no disponemos de datos fehacientes que avalen nuestra hipótesis, pero creemos que ambos libros tuvieron y siguen teniendo gran repercusión ya que el movimiento ecuménico avanza en la consecución de sus propósitos.


CONCLUSIÓN

Para terminar nos gustaría añadir que, a pesar de los lapsus y errores cometidos por José Luis Albizu al traducir La rencontre des églises, el resultado del trabajo realizado es positivo, tanto si nos atenemos a criterios de eficacia comunicativa como a consideraciones expresivas y estéticas. El texto meta no sólo traslada contenidos de una lengua a otra, sino que también cumple las funciones comunicativas del original. En Hacia la unión de las iglesias, el traductor demuestra que posee la capacidad interpretativa y los conocimientos temáticos y lingüísticos necesarios para desempeñar su cometido.

Nosotros hemos profundizado en el estudio de la segunda traducción que hizo Albizu del francés al castellano; pero, para sacar conclusiones relevantes sobre la labor traductora que desarrolló en relación con la lengua francesa, habría que analizar otros textos posteriores, que podrían constituir el objeto de futuros trabajos de investigación.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

«José Luis Albizu Salegui. Arantzazu, 24 noviembre 2004», Cantabria Franciscana, nº 173, (2006), pp. 141-142.

LECLERCQ, Jacques: La rencontre des églises, Tournai, Casterman, 1962.

MARTÍNEZ DE SOUSA, José: “Mayusculización de nombres comunes” en Ortografía y ortotipografía del español actual, Gijón, Trea, 2004, pp. 277-279.

MOLITOR, A.: « Esquisses pour un portrait » en André Molitor et al.: Jacques Leclercq: l’homme, son œuvre et ses amis, Tournai, Casterman, 1961, pp. 15-24.

MORIN, Ghislain: Introduction à l’étude de Jacques Leclercq, Gembloux, Duculot, 1973.

SAUVAGE, Pierre: Jacques Leclercq, un arbre en plein vent, Gembloux, Duculot, 1992.

VIEUJEAN, Jean y Jean JADOT: « Jacques Leclercq, maître de vie spirituelle » en André Molitor et al.: Jacques Leclercq: l’homme, son œuvre et ses amis, Tournai, Casterman, pp. 67-93.

« Jacques Leclercq » [en línea]. En Wikipédia. <http://fr.wikipedia.org/wiki/Jacques _Leclercq> [Consulta: 16/09/2010].

1 La información que hemos recabado sobre la vida y la obra de José Luis Albizu procede de diversas fuentes. Por una parte, nos gustaría destacar el inestimable apoyo que nos han prestado los padres franciscanos Manolo Albizu Salegui, hermano de José Luis, y Joseba Etxeberría, encargado de la biblioteca del convento de Arantzazu; y, por otra, las numerosas búsquedas bibliográficas que hemos realizado en bibliotecas universitarias, estatales y extranjeras.

2 No descartamos la posibilidad de que el padre Albizu hiciera otras traducciones del francés de las que nosotros no tenemos conocimiento.

3 Para ampliar conocimientos sobre la vida y la obra de Jacques Leclercq véanse, entre otros, la primera parte de Jacques Leclercq: l’homme, son œuvre et ses amis; el libro de MORIN, Ghislain: Introduction à l’étude de Jacques Leclercq y la página de la Wikipédia dedicada a dicho autor.

4 Ut unum sint.

5 Martínez de Sousa (2004: 277-279) distingue la mayúscula estilística de la mayúscula subjetiva.

Este trabajo se realiza en el marco del Proyecto FFI2008-00719/FILO, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (2009-2011).

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