Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental

Catalogación y estudio de las traducciones de los franciscanos españoles
Introducción al Catálogo

INTRODUCCIÓN

La orden franciscana (franciscanos menores, conventuales, capuchinos, clarisas, terciarios…) ha tenido en España muchos y célebres traductores, además de lexicógrafos y escritores en otras lenguas distintas al castellano. Su propagación por todos los reinos peninsulares y también por todo el orbe (América, norte de África y Tierra Santa, Oriente Medio, Lejano Oriente y Asia-Pacífico) les llevó a realizar una fecunda labor lingüística, pedagógica, humanística, teológica y científica, que puede ser admirada a través de las miles de obras que nos han legado. Muchas de ellas habían permanecido hasta ahora en el olvido y muchas otras desaparecieron para siempre por causa del deterioro físico, de los avatares de los tiempos o de la destrucción.
Cabría preguntarse por qué esta orden con vocación de apostolado popular y predicación sencilla, austera, sin excesiva actividad intelectual y literaria en su…, adquiere compromisos en el trabajo con otras lenguas. El interés por el acercamiento a la comunidad, la necesidad de mediación, el amor con el que se ubican en los territorios de misión, hacen sin duda necesaria esta labor y explican el celo con el que los franciscanos la llevaron a cabo.
La traducción se lleva a cabo unas veces por compromiso religioso (para servir de intermediarios de la fe o para la difusión de la obra del patrón), pero también cultural (conscientes del valor de las sociedades en las que se entregan), científico (para difundir y propagar las ideas y el conocimiento en los pueblos), estético (para fomentar los valores de la personalidad artística) y hasta político (para servir al Rey en su propósito de acercamiento o de control de esos pueblos). Unas veces se hace por compromiso personal otras por el adquirido con la propia orden. En ocasiones el escritor asume él mismo la tarea de traductor (autotraducción) ya sea por interés particular, económico, etc. Las traducciones las realizaron (y las siguen realizando aún) hacia muchas lenguas, clásicas (latín, griego, hebreo, árabe), modernas (italiano, portugués, inglés, alemán, francés, neerlandés, etc.) y exóticas (lenguas amerindias, filipinas, asiáticas, etc.). Los textos de referencia presentan una variedad enorme de temas: religioso, teológico o espiritual, literario, científico, filosófico, histórico, económico, político, etc. Si importante fue para la fe cristiana en España y occidente la obra del Cardenal Cisneros, promotor de la Biblia Políglota Complutense, no menos importante para la fe de los pueblos indígenas fue la labor desarrollada en las pequeñas misiones por los autores de las traducciones de catecismos, sermonarios, devocionarios y otras obras de fe, como las del teatro religioso. Algunos traductores han pasado a la historia por pertenecer a la misma Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XIII, como Pedro Gallego; otros, por el prestigio de su labor en el siglo XV como Vicente de Burgos, o Pedro de Alva y Astorga en el XVII, Antonio Caulín, en el XVIII, Luis Colomer en el XIX y más modernamente: Samuel Eiján (1876-1945), Lázaro de Aspurz (1913-1997), José Luis Albizu (1927-2004), José Antonio Guerra (1927-), Matías Ruiz (1928-), Hipólito Barriguín (1947-), etc. El traductor anónimo abunda también en la orden franciscana; nos hemos encontrado con él en numerosos conventos, sin conceder apenas importancia a la labor que realizaban. Invisible entre las páginas o escondido tras un pseudónimo, el traductor deja constancia así de su humildad, ¿o de su temor a ser descubierto? La labor de traducción ha sido siempre delicada, y en ocasiones hasta peligrosa, no es extraño pues ver actuar así al transmisor de las ideas, de la cultura o de la fe desde hace más de dos mil años. Unas veces el anonimato viene impuesto por la propia orden, como cuando se erige al grupo redactor de las actas capitulares o se nombra la “comisión” para la redacción en su propia lengua de las constituciones. En cualquier caso, la figura del traductor debe en justa lid ser tenida en cuenta, de ahí que adquiera toda su importancia en obras como esta.
Las gramáticas, artes, vocabularios y diccionarios tienen la gran importancia de abrir el camino de la traducción y del conocimiento de nuevas lenguas. En la labor lexicográfica se dan cita no solo los conocimientos lingüísticos de los autores sino la percepción por su parte de la cultura de la traducción. No es casualidad que muchas de estas obras introduzcan fragmentos traducidos o inciten en sus ejercicios a la traducción. La traducción y la gramática han sido durante mucho tiempo enseñadas dentro de los mismos métodos.  Fueron muchas las lenguas sistematizadas y descritas por los franciscanos españoles. Las aquí recogidas realmente son la punta del iceberg, conscientes como somos de la pérdida, extravío o dispersión de tantas obras. Mucho se ha hablado de aculturación o de influencia de la potencia conquistadora sobre la indígena en el caso de los territorios descubiertos, pero quizás no lo suficiente del papel jugado por estas órdenes mendicantes, que con su labor sistemática de descripción y uso permitieron el conocimiento, cuando no la supervivencia, de unas lenguas ancestrales, que sin estas obras hoy habrían literalmente desaparecido, y no quedarían de ellas más que el recuerdo, en los casos más afortunados.  Desde las publicaciones del siglo XVI como El Arte de la lengua mexicana y castellana o el Vocabulario en lengua castellana y mexicana de Alonso de Molina (1571); el Vocabulario de la lengua tagala de fray Pedro de San Buena Ventura (1613), hasta otras ediciones más recientes del XX como la de El Cuadernillo de la lengua de los indios pajalates y El Confesionario de indios en lengua coahuilteca de fray Gabriel de Vergara (Monterrey, 1963), encontramos un número significativo de obras que han permitido conocer la idiosincrasia y la lengua de muchos pueblos indígenas de América. La labor realizada en otras tierras resulta inestimable también, como la llevada a cabo por fray Bernardino González y su Intérprete Arábico (1665-1735) y el Epítome de la Gramática Arábiga (1719), que sirvieron junto a otras obras a los intereses de la comunidad arabófona y de la presencia española en Tierra Santa. En el conocimiento del árabe y de sus dialectos tuvieron también gran importancia en el Magreb los Rudimentos del árabe vulgar, obra de José de Lerchundi (1872), y un siglo más tarde fray Esteban Ibáñez, autor entre otros del Diccionario Español-Rifeño (1944), del Diccionario Rifeño-Español (1949) o del Diccionario Español-Baamarani (1954). Ya en la península, Lluis Fullana tendrá una importancia singular con su publicación del Vocabulari Ortografic Valencià-Castellà (1921). Aunque las combinaciones lingüísticas pueden resultar inagotables a decir de la obra del franciscano catalán Josep M. Massana, autor del Chichewa-English Dictionary (2000).
Las obras escritas en otras lenguas diferentes al castellano por franciscanos españoles son el signo claro de la riqueza cultural y de la integración de estos frailes en los territorios de misión. Cuando no es la lengua propia, el uso de otra indica apertura e interés del autor por otras culturas y pueblos, cumpliendo un papel de puente entre diferentes comunidades. Si han sido recogidas aquí es por el interés que presentan para el estudio de la traducción y para el conocimiento del bagaje cultural y lingüístico de los religiosos. Es claro y notorio el peso de la producción de los franciscanos en las lenguas peninsulares. El religioso demuestra con su uso la identificación cultural con la tierra en que vive o que le acoge, y la defensa de los valores idiomáticos de su comunidad. No debió ser tarea fácil en épocas de marcado centralismo lingüístico y puede que incluso esta diversidad llegara a representar riesgo para la esperada cohesión de las provincias franciscanas, aunque justo es reconocer que la aportación cultural y lingüística de los franciscanos españoles ha adquirido unas dimensiones extraordinarias desde las lenguas y culturas nacionales. Los franciscanos de Cataluña han tenido y tienen un extraordinario peso en la conformación de la cultura catalana. Desde el tiempo que dista entre el terciario Raimundo Llull al de otro terciario, Jacinto Verdaguer, quinientos años de producción en catalán y más pueden admirarse en la biblioteca del convento de san Antonio de Padua de Barcelona. La Crónica de los XXIV Generales, del siglo XIV en catalán, antes de su traducción latina es un claro exponente de los tesoros allí guardados, El Santuario de Arantzazu, en Oñate (Guipúzcoa), guarda entre sus tesoros el estupendo acervo de lingüistas, literatos, teólogos, músicos y educadores franciscanos que produjeron sus páginas en euskera. El convento de San Francisco en Santiago de Compostela es el exponente vivo de la cultura gallega, a la más honda tradición de Álvaro Cunqueiro o Rosalía de Castro, y no solo hallará el investigador en su biblioteca la producción en lengua gallega sino la vasta herencia de la Custodia de Tierra Santa, allí donde tuvo tanta importancia el colegio de Misiones. La comunidad franciscana del Centro Cisneros en Madrid guarda también como un tesoro la producción del norte de África y Tierra Santa, además de relevantes obras de la historia del franciscanismo y de tierras americanas. Guadalupe, en Extremadura, conserva importantes fondos sobre su Provincia y de América; Murcia en su Instituto Teológico Franciscano permite al investigador tener acceso a numerosos fondos de la provincia de Cartagena. Por lo que respecta a la orden de los capuchinos, los monasterios de La Ollería o de Massamagrell guardan riquísimas obras del reino de Valencia, y el convento de Pamplona constituye una referencia obligada de los capuchinos de Navarra. Todos estos centros, y otros de singular interés que llevaría tiempo mencionar, son el exponente en nuestro país de una presencia viva franciscana a lo largo de los siglos. Pero, carecería de valor, la exposición sin mencionar el gran aporte de los conventos y bibliotecas del otro lado del Atlántico donde los franciscanos españoles desarrollaron su misión durante más de tres siglos de permanencia bajo los auspicios de la Corona. Las provincias Argentinense, de los Doce Apóstoles de Lima, del Nombre de Jesús de Guatemala, de la Santa Fe de las Indias, San Francisco de Quito, San José de Nueva España, San Gregorio de Filipinas, San Pedro y San Pablo de Michoacán, etc. constituyen un marco privilegiado para investigar sobre estos fondos.
La ingente obra franciscana se encuentra hoy diseminada por archivos nacionales y también extranjeros, de América sobre todo, y por muchas bibliotecas conventuales como las arriba citadas. Dado el problema que el investigador encuentra hoy para trabajar sobre una obra dispersa y en buena parte desconocida, se imponía una catalogación sistemática y un amplio estudio  sobre su valor espiritual y religioso, intercultural, didáctico, filosófico, científico y lingüístico. Los objetivos marcados en este proyecto de catalogación y estudio han sido desvelar y difundir las obras de traducción, lexicográficas y escritas en otras lenguas distintas al castellano por los franciscanos españoles, así como determinar el valor de su aportación dentro de la sociedad y de la comunidad científica.
El conocimiento de los fondos de este catálogo permite sin duda reconstruir una parte importante de la historia de la traducción, la que tiene que ver con un sector de la Iglesia, ámbito en el que permaneció anclada la cultura durante siglos. Los archivos y bibliotecas conventuales dan precisamente fe del número tan importante de religiosos dedicados a la traducción o a la labor lexicográfica. Rescatar del olvido esta información y poner negro sobre blanco las razones que han llevado a ejercer a estos traductores, la manera de superar los problemas de comunicación (no es baladí el del encuentro entre dos mundos), hacen sin duda avanzar en el terreno de la historia y de la teoría de la traducción, algo sin duda de agradecer en estos momentos en los que se postula con fuerza la traductología.
Desde la creación en 1952 del Servicio Nacional de Información Bibliográfica y más tarde del Servicio Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico, el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico no ha dejado de dar sus frutos en el conocimiento de la historia de la publicación y de la divulgación científica. Una asignatura pendiente, sin embargo, es catalogar como se merece la labor de los traductores, verdaderos artífices del conocimiento de los textos extranjeros, que permanecen en un discreto segundo plano cuando no en el olvido de la ficha bibliográfica. Un puesto de honor merecen en la historia de la edición, que solo puede ser subsanado con catálogos específicos atentos a su evolución. Esta labor no hubiera sido posible sin la colaboración del Ministerio de Ciencia e Innovación, que apoyó este proyecto, y sin la colaboración eficaz de investigadores y de grupos de investigación reconocidos nacionales y extranjeros, como Traducción Monacal, de la Universidad de Valladolid; Historia de la traducción (HISTRAD) de la Universidad de Alicante, Grupo de Investigación en Traductología de la Universidad de Antioquia o Grupo de Historia de la Traducción en América Latina (HISTAL) de la Universidad de Montreal.
Para la confección del catálogo se ha investigado en los fondos de las más importantes bibliotecas conventuales franciscanas españolas, así como en los archivos y bibliotecas nacionales. También han sido de gran importancia los datos recibidos de las bibliotecas conventuales americanas de Colombia, Venezuela o Perú. Han resultado de gran interés documental igualmente las revistas Archivo Ibero-Americano o Verdad y Vida, las Actas Ordo Fratrum Minoris, así como los repertorios y catálogos de obras franciscanas, con especial mención de: Manuel Castro y Castro OFM, Bibliografía Hispanofranciscana, Santiago de Compostela, 1994; Manuel Castro y Castro OFM, Escritores de la provincia franciscana de Santiago, siglos XIII-XIX, Santiago de Compostela, 1996;  José Luis Soto Pérez OFM, Un siglo de historia literaria (1862-1962) con Apéndice (1963-969), Santiago de Compostela, 1969; Francisco Javier Cabodevilla, Escritores de las antiguas provincias capuchinas de Aragón y de Navarra (1807-1900), Pamplona, 2004; Casimiro J.J. Pérez Aguirre OFM Cap. y Vidal Pérez de Villarreal OFM Cap., Escritores de la Provincia Capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón (1900-2000), Curia Provincial de Capuchinos, Pamplona, 2000; Kandido Zubizarreta, Catálogo de Incunables e Impresos del siglo XVI de los Conventos Franciscanos de Arantzazu y Zarautz, EFA, Frantziskotar Argitaletxea, Arantzazu-Oñati, 1998; Catálogo de incunables e impresos del siglo XVI de la Biblioteca de la Provincia Franciscana de Cartagena, Publicaciones Instituto Teológico Franciscano, Murcia, 1994; Román Zulaica Gárate, Los franciscanos y la imprenta en México en el siglo XVI, Universidad Nacional Autónoma de México, 1991; Manuel Rodríguez Pazos: Misionología Mejicana. Libro de lingüistas y políglotas franciscanos, Tánger, Tip. Hispano-Arábiga de la Misión Católica, 1962 o Joaquín García Icazbalceta, Bibliografía mexicana del siglo XVI. Primera parte: catálogo razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600: con biografías de autores y otras ilustraciones, precedido de una noticia acerca de la introducción de la imprenta en México, Librería de Andrade y Morales, Sucesores, México, 1886.
El catálogo se presenta en formato DVD y también en papel, aunque adquiere su dimensión más completa en la versión de internet, accesible de manera libre y gratuita a través de la dirección señalada en ambas publicaciones.
El catálogo permite una doble entrada: a través de los autores y a través de las obras. Aunque el motivo principal de búsqueda son los autores franciscanos españoles y sus correspondientes obras, el catálogo ofrece también al lector información sobre las obras y autores originales de los que parte la traducción, razón por la que aparecen ambos repertoriados bajo el epígrafe otros autores y otras obras.
Las obras aparecen registradas por seis categorías: Diccionarios, Folletos, Obras en otras lenguas, Obras gramaticales, Obras originales, y Traducciones. El registro del título está acompañado de otras informaciones como la/s edición/es, la lengua origen o de destino, si es o no autotraducción, el tema, el nombre de la imprenta o editorial, el año de impresión, los comentarios, localización, fuentes bibliográficas, imagen de la obra y textos complementarios. Los autores aparecen por tipo de autor (traductor franciscano español, original franciscano en tal o cual lengua, original no franciscano, traductor franciscano extranjero) con su nombre y apellidos (evitando los tratamientos “padre”, “fray, “Obispo”, etc.) y su campo podrá recoger, si se conoce, el nombre antes de religioso, el sobrenombre y el pseudónimo si lo tuvieran; la identidad del autor se ve acompañada también del año y lugar de nacimiento y el año y lugar de defunción (en caso de no disponer de estas fechas, se señalan las aproximadas, si se conocen, en comentarios), el/los convento/s en que vivió así como los comentarios y fuentes bibliográficas de interés. Los nombres de imprenta en latín se reflejan en castellano. Los nombres de lugar se reflejan en castellano, si tienen versión conocida, con indicación de la ciudad, la región y el Estado. En el caso de España los nombres de ciudades se acompañan  también del de la comunidad autónoma (salvo en las anotaciones cronológicas anteriores a la organización del Estado  de las Autonomías) y del Estado. Cuando las obras o los autores disponen de información sustancial en internet se acompaña tal información de link.
A través de internet se tiene acceso a la búsqueda por determinados campos: Búsqueda de autores, donde basta con señalar una letra para que se despliegue un pequeño listado de nombres que la contienen; Búsqueda avanzada de autores, que facilita la consulta de datos por términos de búsqueda del autor (tipo Autor, Nombre y apellidos, Nombre antes de religioso, Sobrenombre, Pseudónimo, Año de nacimiento, lugar de defunción, Provincia franciscana y Vivo entre fechas); Listado total de autores, donde aparecen todos por orden cronológico, Fecha de nacimiento y de defunción y Opciones (modo Consultar); Búsqueda de obras, que despliega un pequeño listado por el orden alfabético al introducir una letra; Búsqueda avanzada de obras, que permite elegir término de búsqueda (Tipo de obra, Autor original, Autor, Título, Lengua, Lengua meta, Tema, Autotraducción, Imprenta, Año Impresión, Localización, Entre fechas) y Listado total de obras, donde aparecen todas en columna por orden alfabético.
La cifra de autores y obras aquí destacados no podría ser exhaustiva. Rogamos al lector la mayor benevolencia con aquellos datos imprecisos o incluso erróneos que pueda contener la obra. El lector de este DVD podrá tener acceso a través de internet al catálogo con mayores datos que se alimenta y corrige constantemente, gracias a la aportación de un equipo que vela por el correcto desarrollo y ampliación del mismo.
Antonio Bueno García.

 

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