Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental
No podría llevarse a cabo una historia de la traducción en España ni un estudio serio sobre su significado profundo en todos los ámbitos de la comunicación humana sin tener en cuenta la labor llevada a cabo en este terreno dentro de los monasterios y por las órdenes mendicantes a través de la obra misional. –auténtico precedente de globalización-.
La orden de franciscanos es, por su importancia cuantitativa (ha llegado a disponer en determinados momentos de más efectivos que todas las demás juntas) y cualitativa (han ocupado puestos de alta responsabilidad religiosa, política, intelectual, artística, desde la Edad Media a los tiempos más cercanos un buen paradigma para contemplar la acción y evolución de la labor de traducción en la comunicación social.
Presentes en Hispania desde 1219, los frailes franciscanos se instalaron estratégicamente –cuando aún vivía su patrón de Asís- en todos los reinos peninsulares y fueron instrumento de cultura y de poder eclesiástico y temporal, volcando primero su acción en dirección a Santiago y al Islam y después hacia la misión por todo el orbe (medio y lejano oriente, África, Australia o América, desde el norte al sur). La labor social emprendida dentro de la nación o allende sus fronteras: educativa (fundación de escuelas, colegios apostólicos y misionales), religiosa (confesores, calificadores o inquisidores), política (asesoramiento y consejo a reyes y nobles, mediación diplomática cuando no protagonismo directo, como el del Cardenal regente Cisneros), social (redención de cautivos), etc. requirió siempre un talante comunicacional y conciliador.
La fecunda labor lingüística, pedagógica, humanística, teológica y científica llevada a cabo dentro y fuera de nuestras fronteras puede ser analizada a través de las miles de obras que nos han legado y que son objeto de nuestra investigación y que se encuentran depositadas en archivos y bibliotecas monásticos, como los de Santiago de Compostela, Guadalupe, Aranzazu, Murcia, Sevilla, Toledo, Valladolid, Madrid o Barcelona; o estatales (Simancas, Ministerio de Asuntos Exteriores).
La incipiente obra traductora, de la que ya hay ejemplos en el siglo XIII, como el de Pedro Gallego, primer obispo de Cartagena y destacado metafísico, representante de la Escuela de Traductores de Toledo, se va consolidando desde la Edad Media y alcanza en el Humanismo su gran esplendor con la labor misional al lado de Colón y de los conquistadores del Nuevo Mundo, así como en Filipinas, China o Japón. Mención especial merece su labor en Tierra Santa donde se instalan con el apoyo de la monarquía española y donde llegarán incluso a constituir con el paso del tiempo una escuela de traductores. La traducción se lleva a cabo unas veces por compromiso religioso (para servir de intermediarios de la fe y como puente entre lenguas y culturas), pero también cultural, científico (para difundir y propagar las ideas y el conocimiento) y estético (para la formación y el desarrollo de la personalidad artística). Las traducciones las realizaron (y las siguen realizando aún) hacia muchas lenguas, clásicas (latín, griego, hebreo, árabe), modernas (italiano, portugués, inglés, alemán, francés, neerlandés, etc.) y exóticas (lenguas amerindias, filipinas, asiáticas, etc.). Los textos de referencia presentan una variedad enorme: desde los de temática religiosa, teológica o espiritual, hasta los literarios, científicos, filosóficos, históricos, económicos, etc., amén de un sinfín de gramáticas y diccionarios en muy diversas lenguas.El desinterés por la labor traductora, considerada antaño secundaria frente a la de redactores del texto original, ha echado sin duda un manto de polvo y olvido sobre esta labor, hoy ya justamente dignificada; lo que ha provocado un olvido histórico en la constatación de su profesión o de su quehacer. La catalogación y la puesta en valor de sus trabajos resulta hoy necesaria, y no solamente por interés científico (la investigación traductológica tiene en nuestro país un peso internacional) sino por justicia cultural. Ilustres figuras franciscanas fueron además de excelentes autores excelentes traductores y muchas de sus obras están aún por estudiar.
El propósito de este proyecto es desvelar la labor traductora de estos religiosos, procediendo a una catalogación general de sus obras; analizar la historia de las traducciones, teniendo en cuenta las reflexiones y las teorías en torno al ejercicio, y realizar un estudio de las mismas desde una perspectiva lingüística y también temática.